Solo hasta ayer me encontraba
yerto,
la incertidumbre y el caos eran
mi prisión;
todo a mí alrededor parecía
muerto,
mi pobre alma deambulaba sin
visión.
Más el tiempo en su existir
quimérico
cuán fugaz rayo así lo presagió:
ese destello se encarnó en lo
físico
y en ser tan bello, hacia mí se
dirigió.
Nunca pensé que volviera esta
realidad
pues, la ilusión se había
marchado ya;
más sin pensar, aquella terrible
sequedad
con tu rocío fue limpiada ya.
Es madrugada, siento la soledad;
pienso en tu rostro claro y
angelical
quizá el mañana tenga de mi
piedad
y junto a mí te pueda estrechar.
Más queda una duda que abrasa mi
corazón,
¿Será que ella, allá en la
distancia
tiene en su mente sembrada está
pasión,
o solo es fuego que calcina el
pensamiento
en su estancia? ¡Qué
desesperación¡
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